jueves, 3 de abril de 2014

El Color en tu Cabeza

Ayer, Heidi, una compañera de trabajo, me contaba como su hijita estaba súper emocionada por ir a Puerto Rico (yo también lo estaría)... Le brillaba el rostro. No hubo que llamarla mucho para despertar, no lloró, eligió su ropa, pero hubo un problema: No aparecía su almohada preferida... La buscaron en todas partes sin éxito... Hasta que su madre Heidi, tuvo una gran idea: "Lleva tu almohada de Dora..."... A lo que la niña respondió: "No. No combina"... La madre respondió: "También tiene rosado"... La niña la tomó no muy conforme. 

Al llegar al trabajo y mientras nos contaba la historia, Heidi nos dijo: "El asunto es que la otra almohada tiene este rosado (mostrándonos la foto de su niña)..." La tonalidad de rosado en la mente de Heidi era diferente a la tonalidad de rosado en la mente de la niña.

¿Alguna vez te has encontrado con que por lo general la gente no tiene en me te el mismo color que tu tienes? Tienes un "color" de pareja... Un "color" de casa... Un "color" de trabajo... Un "color" de carro... Un "color" de vida... Y de acuerdo a ese "color", miras todo... Juzgas todo... Esperas todo... Anhelas todo...

Es muy difícil encontrar alguien que vea las cosas del mismo color que tu... Pero la belleza está en aprender a ver a través de los colores de los demás adquiriendo nuevas perspectivas y tonalidades... No para comparar, pero para aprender... No para sentirte mejor QUE otro, pero mejor CON otro... Cada uno aportando su destello de la imagen de Dios que todos portamos... Completando la imagen de Dios que este mundo necesita ver... Además recuerda que ver a uno o dos colores es una enfermedad, no un beneficio...

La próxima vez que veas que alguien piensa en un color diferente al Color en Tu Cabeza, dale gloria a Dios y agradece que te está mostrando un destello diferente del rostro de tu Padre celestial... Un color que quizás no conoces... Un color que quizás no te guste... Pero de seguro, un color que necesitas para que Dios te lleve a ser la persona que Dios te creó para ser.

Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara, como cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo a oscuras. Pero, cuando todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco de manera imperfecta; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo como él me conoce a mí.

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